“Y Yahshua se fue al monte de los Olivos. Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido “sorprendida en el acto mismo de adulterio.” Juan 8:1-4
¿Qué es sorprender? Es buscar algo. Es traer algo. Es atrapar. Es inspeccionar. Es ir tras un rastro o persona. Es traer algo. Se puede sorprender a alguien con un lindo regalo o se le puede sorprender con una acusación. El que sorprende busca un motivo para dañar.
A los escribas y religiosos del I Siglo les gustaba sorprender a las mujeres débiles para enseñorearse de ella como si ellos fueran la crema santa e innata de la buena sociedad judía. Los supuestos mejores sobre los débiles reales. Estos son los jueces que acusan y condenan. Son los expertos en buscar los puntos negros en la gran plana de la hoja blanca Maestro en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿Qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Yahshua, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Yahshua, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Yahshua, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Yahshua le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.” Juan 8:5-11
El asunto aquí es los escribas y fariseos fueron sorprendidos en su propio corazón al ser desnudados por lo que les dijo Yahshua “Si alguno de ustedes está libre de pecado, lance su primera piedra contra ella”. Nadie lo hizo porque eran pecadores superiores a ella. “Vete en paz y no peques más” le dijo Yahshua a la mujer. No es una expresión de que vas a ser perfecto. Es decir: Sé libre de todos aquellos que te acusen y comienza a vivir recordándote de lo que yo he hecho por ti. Nadie es perfecto y Dios lo sabe; pero, a veces, nos creemos tan buenos que creemos tener el derecho de señalar y acusar a otros. Pero, cuando miramos a Yahshua, él puso el estándar mucho más alto. Para la ley, el adulterio era algo que se hacía, mientras que para Jesús, el adulterio era algo que se pensaba. Cuando Yahshua dice “vete y no peques más” no lo hace esperando que esta mujer viva una vida de perfección, sino que esta mujer recuerde quién la libró de sus acusadores, y la libertó para que ella pudiera tener verdadera vida; porque hasta que tú no eres libre de los que te acusan, tú nunca puedes vivir. A lo mejor no te rodean, pero si en tu mente está tal acusación, no puedes vivir.
Yahshua sana a un paralítico, un hombre que llevaba 38 años esperando por que el ángel bajara y moviera las aguas. Yahshua le dice: Toma tu lecho y anda. Y luego le dice: Vete y no peques más. ¿Por qué? No es que hubiera pecado y por eso estuvo paralítico, sino que este hombre había tomado su lecho el día sábado, y los religiosos estaban allí, listos para acusarlo. Le estaba diciendo: Eres libre de irte de aquí; un día donde otros dicen que no deberías; olvídate de los que te acusan: Vete y vive para Aquel que te ha hecho libre por encima de los que están a tu alrededor.
Tú puedes vivir en libertad porque hay uno que ha vivido por encima de las acusaciones del mundo y te quiere dar a ti la libertad de poder experimentar una verdadera relación con él, a pesar de todas tus faltas.
Cuando tiran a esta mujer a los pies de Cristo, lo primero que él hace es que se baja y comienza a escribir en la tierra. Hay muchas especulaciones de qué fue lo que Yahshua escribió. Lo interesante es que él esperaba que aquellos religiosos reaccionaran a lo que él estaba escribiendo. Esto no sucede, así que lo repite y se endereza para enfrentar a los acusadores cara a cara. Así se enfrenta a los acusadores, cara a cara. No podemos dejar pasar la acusación hacia aquel que está caído porque tú no estás aquí para acusar y condenar, sino para restaurar y levantar. Hay que enfrentar cara a cara al que acusa a aquel a quien Yahshua vino a rescatar.
Cuando Yahshua vio que ya no había quien acusara aquella mujer, se volvió a parar; porque no hay manera de tú levantar a alguien, si primero tú no te has levantado. Te bajas para ponerte al nivel, pero te pones de pie para poder restaurarle al lugar de donde su acusación le ha tirado. Yahshua se paró y le dijo: ¿Dónde están los que te acusan? Vete y no peques más. Vete y comienza a vivir una vida libre de acusación.
Hay gente que siempre va a buscar una falla, un error, algo que señalarte para tirarte una piedra, pero gloria a Dios que tú no vives para aquellos que te acusan. Si buscan algo mal en ti, lo van a encontrar; nadie es perfecto. Vive en libertad, no para agradar a nadie más que a Aquel que bajó y subió por ti, para levantarte y darte vida por encima de tus acusadores. Dr. Rey Estrada. reyestrada26@gmail.com

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