JESÚS CON DOS ESES: Salvador – Señor
La primera S de Salvación: Leemos en 1 Timoteo 3:16 Que Dios fue manifestado en carne y Juan 1:14 dice que el Verbo se hizo carne, entonces, ¿Quién es Jesús? Es el Dios Hombre -no- el Hombre Dios, porque no fue una manifestación de Hombre Adán hacia Hombre, sino de Dios al hombre. Se manifestó en el de arriba abajo para el de abajo suba a Dios. El bajó con propósito. No bajó por bajar. Dios no bajó para quedarse abajo. Bajó en la persona de Jesús para que él fuera el mediador único entre el cielo y la tierra y entre Dios y el hombre. Jesús abrió sus brazos formando la cruz de conexión: con su brazo derecho trajo a Dios al hombre y con su izquierdo trajo al hombre a Dios, haciendo puente entre ambos, y haciendo camino hacia Dios el Padre, pero al hombre le es necesario entrar por Jesús la Puerta. Sino alguien no entra, Jesús no lo puede conectar a Dios. Aquí las religiones, no sirve absolutamente para nada. Ninguna religión fue manifestada en carne fue Dios Espíritu manifestado en carne.
En Filipenses 2:5-9 Jesús siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios (Divinidad) como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo de esa forma y tomó la forma de siervo hecho semejante a los hombres ¿Para qué? Para condenar al pecado en su carne (Romanos 8:3).
Gálatas 4:4 dice Que Dios envío a Jesús, nacido de mujer y nacido bajo la ley, pero cuando iba a nacer, el ángel Gabriel le dijo a José que María daría a luz un hijo a quién llamarían “Jesús” y es aquí donde tenemos a Jesús con dos eses: Señor y Salvador y en la mitad de su nombre está la U de “Ungido” como Señor y como Salvador. La palabra “Salvación” es del hebreo “Shúa” que viene del nombre de contracción en hebreo de Jesús que es YAHSHÚA (Yah es Ser, él o Dios y Shúa es salvar, salvador, salvación). Gabriel dijo de Jesús
Que él “Salvaría” a su pueblo de sus pecados, ¿Por qué? Porque Jesús vino como cordero a quitar el pecado y en hebreos 9:26 por su sacrificio en la cruz lo quitó de en medio.
Cuando Jesús vino a la tierra, había 6 clases de maldición pesando sobre todo ser humano: del pecado, de la muerte, del diablo, de la ley, de la condenación y del juicio eterno. Todo ser humano caminaba con estas 6 maldiciones. Romanos 3:9-23 dice que cuando Jesús vino, no había ni un justo, ni un entendido, nadie que buscara a Dios, todos vinieron desviados y destituidos de la gloria de Dios, todos inútiles, nadie que hiciera lo bueno. Su boca estaba llena de maldición y de amargura, no conocían el camino de paz, y no había temor alguno de Dios delante de sus ojos. Jesús vino a este oscuro escenario y ¿Qué hizo? Estoy en Jesús con la primera S de salvación. ¿Qué hizo? Predicó “Arrepentíos, porque el Reino se os ha acercado”. Sin arrepentimiento, uno tiene al reino afuera, pero con arrepentimiento, uno tiene al reino y al rey adentro para salvación. Hay mucha gente en el iglesismo “sin arrepentimiento” ¿por qué? Porque la salvación se demuestra. La salvación no es por obras, porque es por gracia (Efesios 2:8).
El arrepentimiento es por frutos. Un árbol es por frutos tal como el árbol de naranjas. El arrepentimiento es una semilla que da frutos. Dice Proverbios 28:13 “El que encubre su pecado, no prosperará, más el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia”. El fruto del arrepentimiento es el cambio interno, cambio de reino, cambio de mundo, cambio de estado, cambio de mente, de corazón y de dirección.
Observa los frutos de un hombre que lleva a Jesús con la primera “S”. Al llevarlo, de hecho, lleva las semillas para revelar esos frutos como en Gálatas 5:22-25. En Efesios 4:17 el “Hombre de Frutos” No anda en la vanidad de su mente. V:18 no anda en lascivia. V:22 está despojado del viejo hombre. V:25 ha desechado la mentira. V:26 no peca cuando se Aira. V:28 no hurta más. V:29 no sale de su boca una palabra corrompida. V:31 se ha quitado de encima: la amargura, gritería, maledicencia y la malicia.
Jesús te ha sellado con la primera “S” de su nombre “salvación” para ser diferente y llevar ese fruto que se puede demostrar. Lo que no se demuestra, no sirve, es inútil, es vano, y no es creíble. Lo que, en Cristo, no se demuestra, no es salvo. El “Hombre de Frutos” Lleva la “S” de salvación y no la “s” de satanás o adversario a Cristo. La palabra salvación comporta dos palabras claves: redención (Yasha) y liberación (Pesaj). Un redimido es un rescatado. Un liberado es un ser libre, 2 Corintios 3:17 dice “porque el Señor es el Espíritu y dónde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad (No libertinaje). La primera “S” de Jesús es que eres un arrepentido con fruto, un salvo por gracia, un rescatado por sangre, y un liberado por conocimiento “conocerás la verdad y la verdad os hará verdaderamente libres” (Juan 8:32).
La Segunda S de Señor: En Jesús con dos eses, venimos de “Hombres Salvos a Hombre bajo Señorío”. Señor del hebreo “Adón” que significa “amo o dueño de algo” y un Adón de “autoridad y dominio”. Todos los reyes, faraones y emperadores fueron “Adones” de sus imperios. De Adón viene “Adonay” que significa “Mi Señor”. Adón es cualquier “Señor” pero Adonay solo es Jesús mi Señor. En Juan 20:28,29 Tomas al tocar al Resucitado le dijo: “Señor mío y mi Dios”. Cuando leemos la palabra “Dios” termina en “S” de Señor. Señor en griego es “kyrios” que significa “gobernante”. Señor designa al que manda.
Leemos en Lucas 6:46-49 Dice “¿Por qué me llamáis, Señor o el que manda, Señor, ¿o el que manda y No hacéis lo que yo sigo? Le dijo Samuel al rey Saúl en 1 samuel 15:22 “¿se complace Jehová en holocaustos y víctimas, como en que se Obedezcas a las palabras? Ciertamente obedecer es mejor que los sacrificios y el prestar atención que la grosura de los carneros”. Hay creyentes que se ocultan tras una fachada de apariencia de oración, de adoración, de servicio, de dones, y de títulos ministeriales, pero ¿dónde está su obediencia a Dios? En Mateo 7:21,22 leemos “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi padre. Entramos al Reino por arrepentimiento para tomar a Jesús como el Adonay de nuestra vida, porque si él no ha de ser “Señor” no puede hacer nada más en tu vida. En aquel día me dirán: profetizamos, echamos fuera demonios, hicimos muchos milagros, pero les diré “Nunca os conocí; apartaos de mi presencia, hacedores de maldad”, ¿A quién conoce Dios? Al que hace no al que dice. El “Hacer” es superior a las manifestaciones.
Tenemos que ser Obedientes a la demanda de las dos eses de Jesús. La S de salvación nos demanda frutos para ser diferentes y la S de Señor nos demanda obediencia para reinar en vida y libertad. Solo así Jesús será Salvador y Señor de nuestras vidas, de resto nos dirá “nunca os conocí”. Jesús te dirá: En la iglesia te vi. Si ayudaste. Si hiciste. Si cantaste. Si predicaste. Si construiste cosas. Si ofrendaste. Si llevaste gente al culto. La iglesia te admiró. Te aplaudió. Te dio honra y valor, pero yo Jesús el de las dos eses: te vi, pero no te conocí. No sé quién eres tú diciendo, pero no haciendo. Yo Jesús, solo conozco al que oye y hace como en Lucas 6:47
Todo aquel que viene a mí y oye mis palabras y las hace, es semejante aquel hombre que edificó su casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca, vino la inundación, y no se cayó, porque estaba cimentada sobre la roca. Mas el que oyó y no hizo, la inundación vino a su casa y cayó, porque estaba cimentada sobre la tierra y grande fue la ruina de aquella casa (persona). ¿Cuándo verdadero es en la práctica que Jesús con dos eses sea el Salvador y Señor de tu vida? ¿Hacéis lo que yo digo? Oímos la predicación y al llegar a casa: ya estamos discutiendo, criticando a los líderes, armando chismes, irrespetando. La Salvación está con el de frutos y el Señorió está con el obediente. Meditemos en el Jesús con dos eses y llevémoslo al terreno de la práctica. Somos Reino.
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¡Pleno conocimiento para edificación! Excelente desde todo punto de vista.