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EL SÍNDROME DE ESTOCOLMO

Foto del escritor: Dr. Rey EstradaDr. Rey Estrada

El síndrome de Estocolmo se presenta cuando una persona se ha identificado de manera inconsciente con su agresor o captor. Es un estado psicológico donde la víctima detenida en contra de su propia voluntad desarrolla una relación de complicidad con la persona que la ha secuestrado.


La mayoría de las víctimas que han sufrido secuestros hablan con desprecio, odio o indiferencia de sus captores, pero en el síndrome de Estocolmo De hecho, un estudio con más de 1.200 personas en toma de rehenes realizado por el FBI demostró que el 92% de las víctimas no desarrolló el Síndrome de Estocolmo. Sin embargo, hay una parte de ellas que muestra una reacción diferente hacia sus captores.


Cuando una persona ha sido privada de libertad y retenida en contra de su voluntad estando aun dentro de su hogar, en una institución, o en algún lugar o estado, permaneciendo en condiciones de aislamiento en compañía exclusiva de sus acosadores y captores, por supervivencia a la larga del tiempo, puede desarrollar un lazo afectivo hacia ellos, “sin querer queriendo”.


Se trata del conjunto de mecanismos psicológicos, los cuales permiten formar un vínculo afectivo de dependencia de las víctimas hacia sus acosadores y captores, de modo que asumen las ideas de ellos, las motivaciones de ellos, las presiones de ellos, las intenciones de ellos, y aun las creencias o razones que emplean los secuestradores en esos hogares o sitios para privarlas de su libertad.


El síndrome de Estocolmo también es denominado como “Síndrome de identificación de supervivencia”, ocurriendo cuando la víctima percibe que al no haber mostrado agresividad o no haberla matado debe mostrarse agradecida hacia él acosador o captor o retenedor.


En agosto del año 1973 sucedió en la ciudad de Estocolmo una intención de robo en una entidad bancaria. Varios delincuentes armados con ametralladoras entraron en el banco. Un atracador llamado Jan-Erik Olsson se introdujo en el banco para cometer un robo. Sin embargo, la policía rodeó el edificio impidiéndole huir. Fue entonces cuando tomó como rehenes a varios empleados del banco durante varios días (alrededor de 130 horas).


Los rehenes fueron tres mujeres y un hombre, quienes permanecieron atados con dinamita en una cámara acorazada hasta que fueron rescatados. Durante el secuestro habían resultado amenazados y llegaron a temer por su vida. Cuando fueron liberados, en las entrevistas mostraron que se encontraban de parte de los secuestradores, llegando a temer a los agentes que los liberaron. Pensaron que incluso los captores estaban protegiéndoles.


Una de las mujeres desarrolló lazos afectivos con el secuestrador durante los días que duró su cautiverio, incluso llegando a enamorarse de él. Criticaron también al Gobierno de Suecia por no comprender qué había llevado a los ladrones a hacer aquello. Se solidarizaron con los ideales del captor y con los objetivos que le movieron a realizar aquello, llegando más tarde otra de ellas a participar en otro secuestro que el captor organizó.


Probablemente no se trata del primer caso, pero sí es el primer caso histórico que se tomó como modelo para nombrar a este fenómeno llamado “El Síndrome de Estocolmo”.


Hay un síntoma

Las víctimas en su actuación responden a un mecanismo de defensa por parte de la víctima en el hogar o sitio de captura, de manera que acaba identificándose con su secuestrador.


Hay una situación de desequilibrio

La situación traumática y estresante vivida coloca a la víctima de hogar o de sitio en una posición pasivo-agresiva frente al captor, de manera que actúa de manera defensiva a partir del instinto de supervivencia. Le cede todo al agresor solo para sobrevivir.

La víctima ha perdido su plena libertad, porque otro el acosador, agresor o retenedor le ha impuesto la posición de víctima en una situación de desequilibrio e inestabilidad estando aun dentro del hogar o en ese lugar.


La víctima se coloca en una situación de incertidumbre que causa de la angustia, ansiedad y temor que le provoca el agresor. La somete a su dependencia y condiciona su vida en todos los sentidos: social (no debe salir), económico (él tiene el control), en lo moral, (está bajo su dominio), en lo personal (ha denigrado su personalidad.


Hay una situación de aceptación e indefensión

Dado que las únicas situaciones posibles son rebelarse o aceptarlo. Si la víctima se rebela teme a las consecuencias desagradables, la opción menos mala es la que puede llevar a la víctima al Síndrome de Estocolmo (Estarse ahí, pasiva, sin libertad, esperando que el agresor le trate mejor o peor aun esperando que su subconsciente acepte la situación a largo tiempo y se identifique con el acosador o retenedor. Las reacciones que forman parte de dicho síndrome se consideran una de las múltiples respuestas emocionales que un individuo puede presentar a raíz de la vulnerabilidad e indefensión producida durante el cautiverio.


Hay agradecimiento a captores

Al ser liberadas, o la víctima retenida salirse de ese entorno tóxico y nocivo, la víctima suele sentirse agradecida ante su captor, por lo vivido durante el cautiverio, por no haberse comportado de manera agresiva con ellas y acaban mostrándose simpáticas y agradables con él o ellos. El plan del acosador, captor o retener es que la víctima vea a través de sus ojos la situación e inculcarle compartir intereses comunes después de pasar tiempo juntos en el hogar o en el lugar de cautiverio. La víctima acaba desarrollando una dependencia emocional hacia él.


Hay un mecanismo defensivo

Si durante el cautiverio en el hogar o en el lugar, el captor ha tenido algún gesto de ayuda hacia la víctima bajo dichas circunstancias, los gestos amables del captor se reciben con alivio y gratitud. Como la víctima, no puede responderle al captor la situación de agresión en la que se encuentra, ella acepta todo solo para evitar un shock emocional.


Hay vínculo afectivo

Como la retención es de largas horas o largo tiempo en el mismo hogar o lugar, la víctima comienza a establecer un vínculo con el agresor y se identifica con él aun sexualmente, afectivamente, lo comprende, le tiene simpatía y le muestra aun cariño y agrado.


Los secuestrados pueden percibir crecimiento personal

La víctima puede mostrar cierta gratitud hacia los secuestradores, captores, retenedores, acosadores, dado que la situación que les hizo vivir les permitió les permitió modificar su personalidad, su sistema de valores, aunque no justifiquen ni defiendan las motivaciones que llevaron a los secuestradores a llevar tales acciones.


Resumen de síntomas del Síndrome de Estocolmo:

1. Los sentimientos positivos de las víctimas hacia sus captores

2. Los sentimientos negativos de las víctimas hacia autoridades o la policía

3. La situación debe durar al menos unos días

4. Debe haber contacto entre víctimas y captores

5. Los captores muestran cierta bondad o no hacen daño a las víctimas


La víctima ha vivido un trastorno de estrés traumático, ha tenido problemas de sueño como insomnio, dificultades de concentración, sensación de irrealidad.

Causas

La víctima mantiene el instinto de preservación ante la privación de libertad y queda sometida a los deseos de dicha persona. Es un rehén retenido.

La víctima está desarrollando el comportamiento del síndrome de Estocolmo para sobrevivir.

La víctima acepta casi todo de la persona para evitar torturas psicológicas y aun físicas, maltrato u homicidio.

La víctima se ha concientizado y concluye que, viviendo bajo el mismo techo u hogar o sitio, ha resultado secuestrada, a partir del miedo vivido se somete a su captor.


¿Qué hacer?

Es preciso un aislamiento de estímulos, del captor o persona.

Empoderar por encima de la situación los valores de la dignidad y la seguridad

Decidir acciones en pro de la libertad

No permitir que esa persona siga influyendo sobre su vida

No identificarse más con el retenedor en sus pretensiones

Ver que recursos tiene la víctima para salir, liberarse, o eliminar al retenedor

No permitir decaimientos ni planes trazados por esa persona retenedora

Tener Fe en si misma y confiar en su liberación del Síndrome de Estocolmo. Dr. Rey Estrada. reyestrada26@gmail.com




 
 
 

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